Fotografía: Robert Bonet para eldiario.es |
La movilización en la calle determinante para luchar por nuestros derechos
23/12/2015, Declaración de Socialismo Revolucionario
Las elecciones del 20D han supuesto un cambio fundamental en la situación de la representatividad del parlamento y son un reflejo de los que ya se habían dado en la calle y en la conciencia de la gente a través de la movilización y el auge de los diferentes movimientos sociales desde el 15M así como de los dados en la primera parte del ciclo electoral sobretodo a nivel autonómico y municipal a través del auge de Podemos y del éxito de las candidaturas de unidad popular de las cuales las alcaldías de Colau y Carmena son el mejor ejemplo.
En primer lugar destaca la ruptura del bipartidismo, que pierde en su conjunto más de 5 millones de votos. Esta pérdida, la sufre sobre todo el PP (más de 3,6 millones de votos perdidos), pero también el PSOE, que obtiene los peores resultados de su historia. En cambio irrumpen en el parlamento dos nuevas fuerzas, como son Ciudadanos y, sobre todo, Podemos, tercera fuerza con 69 diputados, que a pesar de su reciente giro hacia la moderación se ha presentado como fuerza contraria a la austeridad.
Al mismo tiempo, llama la atención que el PP, con 123 escaños, sigue apareciendo como primera fuerza y situada a más de 1,7 millones de votos de la segunda, que es el PSOE. Esto a pesar de que ha sufrido un fuerte desgaste durante la legislatura debido a los recortes en sanidad y educación, del aumento del paro de largo duración, de la precarización del empleo, de la pobreza y de la desigualdad. El hipócrita discurso de la recuperación asociado a una cierta estabilización de los datos macroeconómicos y sobre todo el reflujo en las movilizaciones antiausteridad han conseguido que la caída no sea aún más estrepitosa. Sin embargo, pierde la mayoría absoluta, y de hecho está muy lejos de aproximarse a ésta.
Por su parte, el PSOE obtiene los peores datos de su historia. Sin embargo ante la expectativa que mostraban las encuestas de quedar como tercera o incluso cuarta fuerza política aceptan su resultado como un relativo éxito.
Ciudadanos queda mucho más lejos de lo que se predecía o de lo que sus propios dirigentes declaraban. Y aunque para un partido sin apenas estructuras el tener un bloque significativo en Congreso es un éxito, no parece que la situación le vaya a ser muy favorable dado que cada vez es más evidente su carácter pro-austeridad y tanto la campaña como lo que venga a continuación les está haciendo quitarse la careta con respecto a los temas sociales. Aún así es una opción que siempre va a ser útil al establisment como futuro recambio.
Remontada de Podemos – pero una oportunidad perdida.
Por supuesto, el cambio más significativo en el panorama electoral es sin duda la irrupción con fuerza de Podemos que pasa de la nada a más de 5 millones de votos. Se ha confirmado parcialmente la remontada que vaticinaba Pablo Iglesias, en parte por su actuación en los debates televisivos, y en parte por la intervención de Ada Colau y otras figuras importantes asociadas con los movimientos sociales, que siguen siendo inmensamente populares en la sociedad española. De hecho está muy cerca de PSOE en número de votos, menos de 250.000 de diferencia. La diferencia en escaños se explica por la ley electoral y por la concentración de su voto en las grandes ciudades.
La victoria de En Comú Podem en Cataluña es un hecho histórico – sólo 3 meses después de las elecciones catalanas en las cuales la lista “Catalunya si que es pot” cosechó un resultado muy pobre- así como que Podemos sea la fuerza más votada en Euskadi. También ha sido la segunda fuerza en allí donde se presentaba en coalición, Galicia y Comunidad Valenciana, curiosamente feudos tradicionales del PP.
Esto nos lleva a concluir que los resultados han sido francamente mejores allí donde Podemos ha formado parte de candidaturas amplias, aglutinadoras de otras fuerzas de izquierdas y muestra el potencial que hubiera tenido una candidatura de unidad a nivel estatal. No sólo se hubiera dado el sorpasso al PSOE sino que se hubiera estado en disposición de disputarle la primera posición al PP. Tanto la experiencia de las municipales de mayo, como ahora la de las generales, nos dan el mismo mensaje: para ganar, hace falta la unidad construida democráticamente desde la base y por encima de las siglas.
En cuanto a Unidad Popular / Izquierda Unida es muy significativo que hayan conseguido casi un millón de votos a pesar de la dificultad de presentar una candidatura que competía en espacio con Podemos, y de que no se presentaba como tal en Galicia y Cataluña por ir integrada en las candidaturas de unidad popular. A pesar de los pobres resultados, la campaña de Alberto Garzón ha sido realmente buena y ha conseguido marcar un perfil muy valorado más allá de sus votantes.
Ha sido el único que ha puesto sobre la mesa medidas realmente rupturistas como son la nacionalización de la banca rescatada con dinero público, la renacionalización del sector energético para impulsar las energías renovables y acabar con la pobreza energética o un ambicioso plan de generación empleo mediante una gran inversión pública.
Hay que tener en cuenta que todos estos votos (los de Podemos más los Unidad Popular más los de las candidaturas unitarias en Cataluña, Galicia y Comunidad Valenciana) suman más de seis millones de votos por un cambio progresista en la situación. Seis millones de votos contra los recortes y el establishment.
Se puede concluir que el nuevo mapa electoral tiende a girar claramente hacia la izquierda como reflejo de las luchas anteriores. La construcción de la unidad del movimiento basándose en los intereses de la mayoría en contra de los planes de austeridad de cualquier nuevo gobierno es una de las principales tareas del momento.
Estos son los resultados pero, ¿qué pasará con el futuro gobierno?
El panorama está muy abierto y es de una gran volatilidad. La formación de un nuevo gobierno y quién o quienes lo lideraran es realmente incierta, incluyendo la posibilidad de nuevas elecciones. En todo caso, cualquier gobierno que surja va a ser mucho más débil e inestable que el anterior y con menos posibilidades de terminar su mandato.
Esta situación debe ser aprovechada por las fuerzas de izquierda y los movimientos obreros y sociales para aumentar la movilización contra este posible gobierno ya que será mucho más fácil obtener victorias que en el periodo anterior. Esta movilización no debe ser solamente para defendernos de futuras medidas de austeridad sino incluso para lanzar luchas ofensivas de recuperación de nuestros derechos y condiciones de vida perdidos en los últimos años.
Como decíamos, es difícil predecir la composición del nuevo gobierno pero es evidente que existe un clima muy generalizado en contra de que vuelva a repetirse un nuevo gobierno del PP, corrupto y brutal contra la clase trabajadora.
Por este motivo, junto con el miedo a su pasokización, creemos el PSOE tenderá más hacia un gobierno suyo en minoría (con apoyos exteriores de Podemos y/u otros), que a permitir un nuevo gobierno del PP (tanto desde fuera como en una gran coalición), aunque por supuesto ninguna opción es descartable.
Sin embargo, no debemos olvidar que este nuevo gobierno será también claramente pro-austeridad, aunque quizá de un carácter menos brutal que el anterior. Por esto, es importante que Podemos y las otras fuerzas de izquierda que puedan dar su apoyo a la investidura de un gobierno del PSOE para echar al PP sean completamente claros sobre cuáles son las condiciones necesarias para permitir su investidura. Y éstas deben basarse en medidas concretas que favorezcan nuestros intereses, los de la clase trabajadora, y no en medidas aún abstractas de cambios constitucionales que lo más probable es que se estrellen contra la mayoría absoluta del PP en el Senado. Es imprescindible que un hipotético apoyo a la investidura de un gobierno del PSOE no vaya más allá de eso: de un apoyo puntual para evitar un nuevo gobierno del PP. Las fuerzas políticas de la clase trabajadora tienen que mantener su independencia y evitar comprometerse políticamente con cualquier gobierno de austeridad.
Un verdadero gobierno de izquierdas pasaría en primer lugar por la revocación de las dos reformas laborales del PP y PSOE, de la ley mordaza, la reversión de los recortes en sanidad y educación, además de recuperación de servicios privatizados en estas áreas, el fin de las medidas de austeridad y la convocatoria de un referéndum vinculante en Cataluña y sabemos que esto no es compatible con un gobierno del PSOE bajo la actual dictadura de los mercados.
Pero lo más importante para conseguir concesiones de un gobierno en minoría, sea del PP o del PSOE, es iniciar un nuevo ciclo de movilizaciones y que no confiemos solamente en lo institucional para luchar por nuestras condiciones de vida. De hecho, toda labor institucional tiene que ir encaminada a reforzar dicha movilización. Como decíamos, los posibles gobiernos de PP ó PSOE, débiles e inestables, serán más fáciles de influenciar o incluso de derrocar a través de las típicas herramientas de lucha obrera (manifestaciones, huelgas generales, ocupaciones,…) que los anteriores gobiernos que hemos sufrido en el estado español. La caída por esta vía de un gobierno de austeridad abriría la posibilidad de luchar por un verdadero gobierno de los trabajadores.
Además, la experiencia tanto en Grecia como en algunos gobiernos municipales de las candidaturas de unidad popular nos muestran los límites de la acción de gobiernos reformistas o de los que no están dispuestos a tomar medidas verdaderamente rupturistas con el régimen y con el sistema capitalista.
Por eso es necesario, desde ya, prepararnos para tomar el poder a través de organizaciones con un verdadero programa socialista de nacionalización de los sectores claves de la economía para poder planificarla en función de las necesidades de la sociedad y no de las grandes empresas o fortunas, y también por una apuesta clara por la defensa de todos los derechos democráticos incluidos el de autodeterminación. En éstas deben estar incluidas fuerzas políticas como Podemos e IU / UP, que han demostrado su potencial como polos de atracción para grandes sectores de la clases populares, además de movimientos sociales como las mareas, PAHs, grupos ecologistas y otros. Estas organizaciones además deben tener un funcionamiento desde las bases y verdaderamente democrático para garantizar la revocabilidad de cargos, la elaboración colectiva del programa, y la elección de candidatos.